San Ignacio ya cuenta con el Marco Conceptual del Bicentenario. Ayer aprobamos.

Aspecto de la reunión realizada ayer en la Municipalidad de San Ignacio. Presidida por la Intendenta Municipal Lic. Adelma Salas de Ruiz. Este jueves se realiza una conferencia de prensa donde se presentará a la sociedad los integrantes de la Comisión del Bicentenario del municipio de San Ignacio Guazú.
            El Paraguay festeja su Bicentenario. Nuestra ciudad forma parte de la República desde hace dos siglos. El nacimiento de San Ignacio Guazú Misiones fue el 29 de diciembre de 1609, mientras que Paraguay como país oficialmente nace en la gesta liberadora del 14 de mayo de 1811.

            Rememorar los dos siglos de existencia del Paraguay es importante, como cuán importante resulta reivindicar también los 201 años que lo precedieron y que en éste poblado ubicado al sur del Tebicuary y al norte del Paraná ya se desarrollaba una avanzada civilización donde la amalgama jesuítico guaraní dejó como legados históricos, no solo monumentos materiales, sino la transmisión de un sentido de pertenencia que nos identifica y nos diferencia de los demás pueblos.

            Es por ello, que la Comisión del Bicentenario de la Municipalidad de San Ignacio Guazú Misiones, coincide en festejar el Bicentenario del Paraguay, pero con un espíritu reivindicativo del valioso acervo guaraní-jesuítico de nuestros orígenes, ya que ello forma parte de nuestra identidad colectiva como la cuna de los 30 pueblos jesuíticos que luego se dispersaron en territorios que hoy forman parte de tres países diferentes.

            Somos conscientes que luchar por la identidad cultural de una comarca, es decir proponer ser aglutinante de un “sentido” de pertenencia resulta difícil, más aún con la invasión que se sufre en un mundo tan globalizado, diverso y disperso, pero es mucho más fuerte ese orgullo misionero casi lejano pero latente y mucho más presente en la actualidad. Ello nos impulsa a proponer éste método de festejo del Bicentenario del Paraguay.

            Por ello, el protagonismo del estamento educativo es fundamental para consolidar la propuesta planteada. El concurso de docentes y la participación de docentes y alumnos de todos los niveles de la educación formal auguran que la colectividad logrará tender y afirmar el puente superador de un abismo, cuya causa podemos discutir si se trató de un olvido u omisión. Esa plataforma intelectual nos permitirá demostrar ésta riqueza que hoy sabemos que existía pero nadie lo mencionaba. De esa manera, vamos a ratificar una vez más que nuestro pueblo es capaz de encontrarse, reconocerse y rumbear un futuro con dignidad, solidaridad y compromiso.

            Entonces planteamos que nuestro pueblo tenga una memoria histórica. La misma que es como un espejo donde nos miramos; miramos de dónde venimos y dónde estamos, para saber que somos por lo que fuimos.

            Memoria Histórica no es un objeto de museo alejado de la realidad social actual; es la representación de los hechos que tiene cada sector de la sociedad casi siempre estipulada, prefijada por la información recibida en la enseñanza de la historia; que en el mayor de los casos resulta una cuestión política, donde un segmento excluyente decide qué transmitir y que ocultar, porque al fin de cuentas ello altera o determina relaciones de poder.

            Expresión o esperanza de la colectividad, la Memoria Histórica también constituye patrones de conducta que reviven el pasado común y contribuyen tanto a la comprensión (y control) del presente como consciencia por el futuro. El pueblo que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina. Al no dominar su presente ese mismo pueblo permite que otros dominen sus circunstancias por él.

            Hoy se conoce que memoria e inconsciente se encargan de ajustar l...o que no encaja, cambiar lo que no gusta, eliminar lo que duele y ensalzar lo que agrada; y que ese mecanismo se alimenta, necesariamente, de un “saber” según los relatos recibidos. De allí la importancia de una construcción de la historia lo más cercana posible a los hechos verídicos (incluso verificables) ante una  responsabilidad histórica del presente con respecto a la heredad.

            Dice el filósofo Manuel Reyes Mate en una de sus obras recientemente premiada:
"¿Existe una diferencia específica entre historia y memoria en la lectura con el pasado? Para responder debidamente habría que tener en cuenta dos formas de olvido radicalmente diferentes. No es lo mismo el olvido en el sentido de desconocimiento del pasado, que olvido en el sentido de no dar importancia al pasado. En el primer caso el olvido es ignorancia y, en el segundo, injusticia”.

            De modo que el rescate (1) y puesta en valor de nuestro acervo guaraní-jesuítico se constituye en un deber ineludible tanto con el pasado como con el futuro: debemos cortar ahora y para siempre el hilo de la lógica del olvido, de la omisión, de la desmemoria. Dos siglos y un año de existencia de San Ignacio Guazú Misiones no pueden pasar desapercibidos, como si nada hubiera ocurrido a través del paso de cuatro generaciones de brillantes hijos de ésta comarca.

            La vorágine de los cambios ocurridos en las últimas décadas y a raíz de ello, las nuevas realidades y diversidad en las formas de abordar los hechos pasados y actuales, marca la tendencia que la historia es ciencia de la memoria y que no es suficiente con informaciones para saber repetir nombres, lugares y fechas. Es imperativo iniciar un proceso colectivo de construcción de conocimientos mediante el concurso de disciplinas académicas entrenadas para la reconstrucción de anterioridades realmente explicatorias de aquellas mentalidades y de aquellas situaciones.

            Seguir como hasta hoy, es delegar la comprensión del pasado y la construcción del destino común a dominios foráneos que se manifiestan en lo ideológico-cultural, político y económico. El desconocimiento y la desmemoria provocan falta de comprensión sobre los procesos históricos que nos trajeron hasta aquí, generando el déficit democrático que se expresa en una sociedad poco participativa, despolitizada. La omisión y el olvido atentan contra la memoria histórica, precarizan el sentido de pertenencia y en consecuencia debilitan el sistema democrático.

            La construcción de nuestra historia como pueblo es nuestra responsabilidad; nadie vendrá a hacerlo por nosotros. Omitir la mención (el conocimiento, análisis, y comprensión) de dos siglos (doscientos años) vividos antes de este glorioso Bicentenario, es libreto o guión de los que, por acción u omisión, promovieron el olvido. Y no podremos ser dueños del presente y constructores del futuro si conocemos nuestro pasado vagamente.

            Reiterando el decir de Reyes Mate… “No es lo mismo el olvido en el sentido de desconocimiento del pasado, que olvido en el sentido de no dar importancia al pasado. En el primer caso el olvido es ignorancia y, en el segundo, injusticia”. Hasta hoy pudo ser ignorancia; que después no sea injusticia.

            Es nuestra responsabilidad, deber y desafío. San Ignacio Guazú se une al Bicentenario del Paraguay, desde su perspectiva de centro de irradiación cultural de la nación misionera.

_____________________________

(1) poner a la luz lo que estaba invisible (sumergido, escondido, omitido) es eso: rescate.
Dice en Real mataburros: rescatar. (Del lat. *recaptāre, recoger).
1. tr. Recobrar por precio o por fuerza lo que el enemigo ha cogido, y, por ext., cualquier cosa que pasó a mano ajena.
2. tr. Cambiar o trocar oro u otros objetos preciosos por mercancías ordinarias.
3. tr. Liberar de un peligro, daño, trabajo, molestia, opresión, etc. U. t. c. prnl.
4. tr. Recobrar el tiempo o la ocasión perdidos.
5. tr. Recuperar para su uso algún objeto que se tenía olvidado, estropeado o perdido.

Comentarios