La partera que a caballo hizo patria desde Yabebyry. Perpetua Dominguez de Silva.


131-     Perpetua Domínguez de Silva “Ña Pepe”. Yabebyry. “La partera que recorrió el sur del Paraguay”. Cuando analizamos las figuras ilustres del Bicentenario debemos irnos al “Paraguay profundo”. El mismo maravillosamente descripto por el Gran Augusto Roa Bastos y con “olor a polvo”. En estos doscientos años, hubo hombres y mujeres anónimas que hicieron patria desde la vocación que ha abrazado. Una de ellas es nuestra ilustre de la fecha. Desde la lejana, olvidada y aislada Yabebyry se proyectó a toda la zona sur del país haciendo nacer hijos, nietos, biznietos y un centenar de ahijados, tal como acostumbran a llamar las antiguas parteras de los poblados de Misiones. Varias de ellas, ya desfilan en ésta galería y hoy nos ocupamos de Ña Pepe.
Nació en Yabebyry Misiones el 7 de marzo de 1924. Hija de Cipriana Fretes y Luciano Domínguez. Su infancia y parte de su juventud la vivió en dicho pueblo, donde curso el nivel primario de la educación. Ya en su juventud realizaba trabajos de confección de ropas habilidad que fue adquirida de su madre quien le había aportado esos conocimientos.
A los aproximadamente 20 años conoció a un hombre llamado Juan Gregorio Azzarini quien era en aquella época jefe de gendarmería y con quien se traslado a la ciudad de Pilar.
Tuvieron 2 hijas: Milner Florencia Domínguez y Priscila Evangelina Domínguez. Allí convivieron en casa de quien era su suegra de quien adquirió conocimientos sobre los trabajos de parto ya que esta se dedicaba a este trabajo porque en esa época no existían obstetras.
Transcurrido un tiempo su acompañante dejó su trabajo de gendarme y trabajaron juntos dando servicios en la parte de salud. Se trasladaron a Castillo Cué Laureles Departamento de Ñeembucú donde estuvieron 11 años aproximadamente. Luego se separó de quien en ese entonces era su compañero y tuvo que volver a su Pueblo natal donde crió a sus hijas confeccionando ropas, fue unas de las primeras modistas que confeccionaban en la zona las bombachas con “nido de abeja”, dedicándose siempre a realizar trabajos voluntarios de parto por lo que los niños que nacían con ella la llamaban “Abuelita Pepe”. Ella en muchas ocasiones visitaba a las parturientas en su propia casa montada en su caballo “Morito” su fiel compañero de aquel entonces.; La abuelita Pepe era una mujer comprometida y dedicada con su trabajo sumamente responsable, por más que le haya atacado un resfriado, fiebre u otra dolencia, de mañana, madrugada con lluvia o tormenta asistía a la hora de traer a un niño al mundo con su capa negra y su gran sombrero, recorría cualquier distancia sobre su caballo: iba a Baúles, Estero Bellaco (Potrero Machete), Panchito López, Galeano Cue entre otras poblaciones rurales de Yabebyry.
Tenía conocimiento para curar a través de oraciones por lo que la gente acudía junto a ella constantemente además de solicitar sus servicios para curar heridas entre otras dolencias ya que las enfermedades eran tratadas en aquel entonces de forma empírica. Algunos troperos (estancieros) también acudían a su casa a hospedarse ya que contaba con un gran corral donde dejaban sus animales, todo esto, contribuyó a que se hiciera muy conocida en toda la zona.
Tiempo después conoció a un hombre llamado Marcelino Silva, él se dedicaba a operar con maquinarias pesadas con quien tuvieron en total siete hijos, cinco de los cuales pudieron desarrollarse normalmente: Jorge Silva, Félix Silva, Rubén Silva, Esther Silva, y Cesar Silva; mientras que dos fallecieron siendo muy pequeños. Convivieron unos años pero luego tuvieron que separarse lo que hizo que criara sola a sus hijos. Tuvo que emigrar a San Ignacio, afincándose en el Barrio San Vicente, en la intersección de las  calles Iturbe entre Edelmiro Vera y Centeno, donde prosiguió con su prolífica tarea en la confección de ropas como elegantes vestidos y trajes de novias y para fiestas de salón además de dedicarse siempre a los trabajos de parto. Trajo al mundo a varios de sus nietos y bisnietos. Realizó un curso en San Juan de obstetricia y cooperó con el hospital local para la inscripción de los niños que nacían en su consultorio. Carismática, con sentido de humanidad, siempre demostraba afecto a las criaturas que nacían en su vivienda, obsequiándoles lo que confeccionaba. Junto a ella venían madres de las compañías vecinas para consultar en san Ignacio.
Ella fue una mujer muy creyente asistía en cada culto en la Iglesia Evangélica Asamblea de Dios, le gustaba mucho leer la biblia por lo que siempre que alguien la visitaba ella constantemente le hablaba de la palabra de Dios y rezaba por sus pacientes cuando la visitaban. Tenía una vocación total de servicio y no discriminaba clase social alguna, mucha gente le daba aporte a voluntad por sus labores pero mayormente lo hizo por vocación.
Vivió en su casa en el Barrio San Vicente hasta los 70 años aproximadamente hasta que comenzó a tener problemas de salud. Un derrame cerebral la dejo con la mitad del cuerpo prácticamente ya inmóvil lo que le hizo suspender su trabajo como partera, pero aún así, por la confianza ganada, muchas madres optaban seguir asistiendo junto a ella para que les realice los masajes y ella con gusto lo seguía haciendo. Pero tiempo después ya sus fuerzas enflaquecieron, razón por la cual, hijos y nietos se turnaban para protegerla y devolverla la ternura y el amor que en vida la misma les demostró.
Falleció el 8 de setiembre del 2007 a los 83 años en Ciudad del Este donde reposan sus restos mortales. Toda una historia de vida se fue apagándose de una mujer valiente que desde su ubicación en el mundo hizo patria.
La Municipalidad de San Ignacio y la Secretaría de la Mujer de la Gobernación de Misiones reconocieron su aporte a la sociedad misionera, otorgándole un pergamino de reconocimiento en el marco de los festejos de los 400 años de San Ignacio Guazú, que recibieron sus familiares, ya que ella dos años antes falleció.
Por haber hecho patria, oriunda de la histórica Yabebyry Misiones, habiendo recorrido distintos parajes y campiñas de Misiones y Ñeembucú, a una mujer valiente, carismática, patriota y leal con la causa que abrazó, hoy le incluimos en nuestra galería de los 200 ilustres de Misiones.

Comentarios

  1. Buenísimo amigo, de hecho seguro tenemos tantos nombres dignos de ser inscriptos en estas páginas de la parte casi olvidada de nuestros pueblos misioneros desde los 1.900 hasta los 1.950, mas o menos

    ResponderEliminar
  2. Ello aumenta con aquella "decisión" del Gobierno Provisorio impuesto por los aliados de abandonar Misiones. Asunción se desentendió de nuestro pueblo, pero aca se quedaron los valientes hijos de la comarca a reconstruir y levantarla de las cenizas.

    ResponderEliminar
  3. felicitaciones!! si todos reconocieramos el sacrificio y la humildad de las personas ilustres que dedicaban tiempo y amor a las personas necesitadas tendriamos un paraguay diferente..muy lindo trabajo!adelante..

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias Carolina. En eso estamos. El deseo es poner en escena a los hombres y mujeres (como Ña Pepe), que con un gran amor a la patria, hicieron eso (patria) desde los lugares más alejados de Misiones, verdaderos confines que convirtieron en el Altar de su andanzas y de esa manera se ganaron un sitio en nuestra galería.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario