"Cien hombres y mujeres de Misiones que hicieron historia". Dr. José María Vargas Gastón. Ilustre No. 8


8-         José María Vargas Gastón. San Ignacio. Escribir sobre “El Profe” es un desafío. Y lo llamo así porque tuve la oportunidad de ser su alumno en la cátedra de “Historia de la Civilización y la Cultura” en la Universidad Católica de San Ignacio, quizás cuando ésta institución estaba en los albores de su cuerpo académico. Lamentablemente fue un incomprendido en su tiempo, donde demostraba que estaba mucho más adelantado a su tiempo. Esa es la expresión correcta: el Dr. José María Vargas Gastón era un adelantado al tiempo en que el tocó vivir. Hombre culto, brillante, gran conocedor de la vasta cultura universal, es difícil con limitadas palabras describir en su totalidad a un hombre como él.
Nació el 28 de enero de 1933, hijo de Raimundo Vargas Soloaga y María Gastón Sellés, fue el segundo hijo de una familia de ocho hermanos.
La antigua casa colonial, actual sede de la Asociación Rural del Paraguay, Regional Misiones, que justamente es fruto de su donación al gremio de sus amores, fue la muda testigo de los primeros años de infancia del ilustre de este segmento. Entre ese sitio y el lugar que eligió para pasar a la eternidad: la Estancia Cerrito fueron las sedes de sus travesuras infantiles. Con “La Casa del Ganadero” cumplía un sueño propio y la de su finado padre. Su grandeza se evidencia, cuando él prefirió ir a alquilar una humilde vivienda donde realizar su labor social de médico, mientras que la histórica casa se traspasaba a los miembros del gremio al cual pertenecieron, ya sea su padre y él mismo.
Su infancia fue inolvidable. Él mismo lo relataba. Quizás ahí surge su pasión por la literatura, que a la par de la historia eran su absoluta pasión. Narraba las siestas campesinas, sus escapadas a caballo, la vida natural en el campo, la pesca y la inseparable aventura con la honda en la mano como todo niño feliz del ayer que no se olvida.
Pero al momento de estudiar, José María Vargas Gastón estaba siempre en primera fila. Las aulas del Colegio Apostólico San José de la capital del país lo cobijaron en sus butacas. Fue alumno distinguido, llegó a presidir nada menos que la prestigiosa Academia Literaria del Colegio San José, germen de los más brillantes escritores y poetas de la República.
Gran deportista. Desde joven hasta los últimos tiempos de su vida su pasión por las disciplinas deportivas hizo que proyectara su figura hacia la sociedad. Integrante de la Selección Paraguaya de Básquetbol, fue Campeón Sudamericano, realizado en Venezuela.
Médico de profesión, en la elección de su vocación tuvo gran influencia su sensibilidad social y espíritu de servicio a la sociedad. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción. Su especialización en citopatología lo realizó en Francia. Los hospitales de Paris vieron deambular su espigada figura donde se desempeñó con eficiencia y a cabalidad.
Recorrió el mundo, pero los orígenes pudieron más y en la década del 90 regresó a su San Ignacio de la infancia, donde la sociedad fue testigo de su gran amor a los sectores más vulnerables.
Así, el Dr. José María Vargas Gastón se abocó a atender a pacientes en su mayoría provenientes de los sectores humildes. Los pobladores de los barrios populares y las compañías vecinas abarrotaban su consultorio, quienes recibían muestras de amistad, cariño, amor y solidaridad.
En la ganadería fue un gran referente. Como en la mayoría de los campos donde se desempeñó. Desarrolló una caballa de reproductores en la Estancia Cerrito. Presidió la Regional Misiones de la ARP durante dos periodos. Una de sus grandes pasiones fue la cría y cuidado de caballos para alegrar los domingos de Misiones con las carreras cuadreras. Su pasión por dicha disciplina deportiva hizo que fundara el primer hipódromo en nuestra ciudad.
El Club de Leones también lo tuvo como un activo exponente, desempeñándose igualmente como su máxima autoridad. Su pasión por el deporte hizo que presidiera primeramente el 19 de Marzo FBC y luego la Federación Deportiva Misionera.
Brillante docente universitario. Tuve la oportunidad de ser su alumno. Considerado como uno de los más excelsos catedráticos de la materia: “Historia de la Civilización y Cultura” en toda la República del Paraguay.
Hombre culto, íntegro, apasionado en todo lo que hacía, amenizaba las tertulias contando chistes con una gran ironía. Cuentan sus familiares que “de tanto reir de sus chistes, literalmente se murió de risa”.
Lejos de todos los títulos, honores y diplomas alcanzados, valoraba mucho más las satisfacciones que le brindaban las experiencias compartidas con sus amigos, hombres, mujeres y niños, gente humilde y sencilla, campesinos, con quienes vivió los momentos más felices de su vida.
Falleció a los 67 años en una vivienda del Barrio María Auxiliadora de San Ignacio. Cumpliendo su sueño, fue sepultado en su terruño, “su lugar en el mundo”, el sitio donde él mismo eligió: la Estancia Cerrito, tierra misionera, espacio al cual quiso integrarse porque de ella surgía, creció, se desarrolló, llegó a la adultez hasta los últimos momentos de su existencia. “A ella quiso integrarse porque esa tierra lo vio crecer, amar y donde fu inmensamente feliz”, nos dice la Dra. Luz Vargas, una de sus brillantes hijas que sigue el camino indicado por el padre. Una hermosa manera de terminar el capítulo dedicado a un gran hombre que estuvo entre nosotros y que parte de nuestra formación se debemos a su aliento permanente. Escuchar y ser motivado por el Dr. José María Vargas Gastón, era un compromiso y desafío porque provenía de un intelectual con una gran formación que respaldaba y reforzaba la autoridad moral del interlocutor de turno.

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