Representan a los doce apóstoles. Desde 1651 están ahí. El paso del tiempo nos los pudo vencer. Hoy se niegan a desaparecer. Quedaron como símbolos de un pasado glorioso donde la convivencia era solidaria. Pasó el tiempo pero ellos quedaron ahí. Renunciando a morir. Golpeando la inconsciencia de nuestra generación que no las supo cuidar. Ellas siguen su lenta agonía, paso a paso hacia su desaparición definitiva. Al lado de la casa del “Tesoro Jesuítico” donde reposan imágenes que otrora estaban bajo su protección. Apuntan hacia el cielo. Hacia el “yvaga” que era el pensamiento de la vida eterna para los guaraníes. El terreno donde reposaba la antigua Iglesia Jesuítica de San Ignacio del Caaguazú sigue manteniendo su altura. El desnivel con la avenida principal hace que sea imposible que pasara desapercibida. Sin embargo, siguen. Firmes. Sólidas. Como si fueran eternas. A pesar de la intemperie. Resistiendo al paso del tiempo, con una sola arma:...
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