Ernesto Sábato, el Maestro. ¿Por qué escribo? ¿Por qué me leen?
Hay hombres que “marcan” tu pensamiento. Uno de ellos en mi particularmente es Ernesto Sábato. La primera obra que leí de él, fue “El Túnel”, desde aquella vez, nunca más dejé de leerlo. “Resistencia” fue el que más me impactó.
Ayer, a 1500 kms. de distancia me enteré de su fallecimiento. No podía más que rememorar todas sus obras en éste domingo tan especial por el clima y tan sensible por haber también despedido a la madre de una apreciada autoridad local.
Cuando fallece alguien como Sábato las palabras parecen no alcanzar la dimensión necesaria. Se fue un grande. Maestro. Icono de la literatura americana. Un hombre con convicciones. En fin, tantos términos que no alcanzan para transmitir fielmente, el sentimiento de quienes estamos influenciados por las obras literarias de los escritores y al que convencidos calificamos de “buenos” por gustarnos y por convencernos la idea que trasmiten.
Nos sucedió con Roa Bastos, Rafael Barret y nos sucederá con otros, cuyas obras influyen en nuestra manera de pensar.
Por ello, escribo estas líneas con las obras que poseo de Sábato en mi humilde biblioteca particular del Fortín de la Barriada, -mi lugar en el mundo- como lo fue Santos Lugares para el maestro que ayer partió.
Releo y revivo personajes como Juan Pablo Castel, María, Compañía T. y tantos otros. El tiempo no me da para releer las cinco obras que tengo del mismo. Paso a “Antes del fin” y revivo la historia de los niños que trabajaban en las minas de carbón en épocas de la Revolución Industrial.
“La riqueza del lenguaje puede ser medida por el número de las palabras, pero no su poderío. Hay escritores que se arreglan con un vocabulario restringido, que sacan matices y partido del que tienen por la maestría en la colocación”, nos enseña en Uno y el Universo.
Pero la obra que más me llegó fue Resistencia. Desde el momento en que arranca con “Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días”, hasta la última línea de esa obra que un domingo como hoy “lo tragué” porque me llegó profundamente, hasta su testamento de “ustedes que creen en mí, que han leído mis libros y que me ayudarán a morir”.
Abaddón El Exterminador lo pinté casi en su totalidad. Es cierto. Lo pinté. Fue con un pincel verde en aquel tiempo. Pero la pintura se volvió amarillenta. La estoy viendo. La abrí en la Pág. 160 y la pintura que creía era verde, ahora compruebo que se “amarillentó”.
Marqué algo que me habrá gustado en aquella ocasión y que pensé que en algún mal llamado libro mío lo reescribiría. En ese tiempo, jamás pensé que ésta invención del mundo globalizado llamado “blog” me permitiría que segundos después de terminar mi pensamiento, muchos de los visitantes de éste espacio ya leerían mi pensamiento. Y mucho menos, pensé siquiera que lo utilizaría al momento que el Maestro haya muerto. Hombres como Sábato pensamos que no morirán jamás. No pueden morir. Es injusto que mueran. Por eso no entendemos que al igual que vos y yo, alguna vez, el telón va a caerse.
“Si, es cierto, la inmensa mayoría escribe por motivos subalternos. Porque busca fama o dinero, porque tiene facilidad, porque no resiste la vanidad de verse en letra de imprenta, por distracción o por juego. Pero quedan los otros, los pocos que cuentan, los que obedecen a la oscura condena de testimoniar su drama, su perplejidad en un universo tan angustioso, sus esperanzas en medio del horror, la guerra o la soledad. Son los grandes testigos de su tiempo, muchachos. Son seres que no escriben con facilidad sino con desgarramiento. Hombres que un poco sueñan el sueño colectivo, expresando no sólo sus ansiedades personales sino las de la humanidad entera…. Esos sueños pueden incluso ser espantosos. Pero son sagrados. Y sirven porque son espantosos”. Ernesto Sábato. Abaddón El Exterminador.
Yo, no sé porqué escribo. No sé si para testimoniar mi drama. Testimoniar la realidad donde vivo. Mis esperanzas o el desgarramiento de la actual situación de cosas. Escribo por escribir, así como muchos de ustedes me leen por leer. Eso hace que éste mundo sea tan maravilloso, a pesar de dolor de ver partir a hombres como Ernesto Sábato. Feliz día del Trabajador.
Fortín de la Barriada. 1 de mayo de 2011.
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