"Cien hombres y mujeres de Misiones que hicieron historia". Ilustre No. 1. Soledad Barrett Viedma. Yabebyry.


Hoy iniciamos la Galería de “Cien hombres y mujeres de Misiones que hicieron historia”. Lo hacemos con las mismas convicciones, sueños y esperanzas que nos impulsó la obra “Los 200 misioneros ilustres del Bicentenario del Paraguay”. Con dicha tarea, hemos descubierto que en nuestra Misiones profunda existieron hombres y mujeres que con su predicamento diario “hicieron historia”, aunque jamás van a aparecer en los textos centralizados por el sistema. Es por ello, que este es el grito de la “rebeldía” que surgen desde las praderas y tranqueras de Misiones. Hoy iniciamos y lo hacemos nada menos que con Soledad Barrett Viedma.

Si. La misma. La que nació en los esterales de Yabebyry un 6 de enero de 1945 en el paraje conocido como Tacuruty.

La fuente de su nacimiento constituye la brillante obra puesta en escena en el local de la Cooperativa San Juan Bautista Limitada, sede San Ignacio el jueves 23 de junio de 2011 en el marco de los Festejos del Bicentenario del Paraguay. La intérprete y guionista de la obra: Claudia Miranda asegura tener el testimonio de Nanni Barrett, una de las cuatro hermanas de nuestra ilustre para afirmar ésta verdad, que la ratificamos en conversación con María Barrett y su hermano actualmente radicado en Venezuela Fernando Barrett, cuyo testimonio también se reproduce en el presente capítulo.

La actriz magistralmente representó en su monólogo “El regreso de Soledad Barrett” a nuestra ilustre de referencia. El abarrotado local de la Cooperativa San Juan Bautista Limitada, sede San Ignacio mantuvo el silencio necesario para una noche donde el ilustre hispano-paraguayo Rafael Barrett, abuelo de nuestra primera personalidad de la presente obra, también volvió por unos instantes.

El 11 de marzo de 1971, Soledad Barrett escribió su último poema dirigido a su madre, que refleja fielmente su pensamiento y testimonio de vida:

Madre, me apena verte así
el quebrado mirar de tus ojos azul cielo
en silencio implorando que no parta.
Madre, no te apenes si no vuelvo
me encontrarás en cada muchacha de pueblo
de este pueblo, de aquel, de aquel otro
del más acá, del más allá
tal vez cruce los mares, las sierras
las cárceles, los cielos
pero, Madre, yo te aseguro,
que sí me encontrarás!
en la mirada de un niño feliz
de un joven que estudia
del campesino en su tierra
del obrero en su fábrica
del traidor en la horca
del guerrillero en su puesto
siempre, siempre me encontrarás!
Mamá, no te pongas triste,
Tu hija te quiere.
IGNORADA POR LA “HISTORIA OFICIAL”. Tal como ocurriera también con Juanita Pesoa y cuya situación denunciáramos en nuestra citada obra, el caso de la Tacurutyense (pero de la zona de Yabebyry) Soledad Barrett no es menor. La misma también es ignorada por la sociedad no solo misionera, sino paraguaya en general.

La situación cambia, cuando en el barrio Jardim Adelfiore de São Paulo, Brasil, en el número 315 de la calle Tarcon, hay una escuela municipal denominada Soledad Barrett Viedma, donde los alumnos la recuerdan como "una luchadora paraguaya heroica, que dio su vida por la libertad".

También en Santa Cruz, Río de Janeiro, una calle lleva el nombre de la guerrillera que llegó para unirse a las filas de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), la legendaria guerrilla del capitán Carlos Lamarca.

En el Paraguay, el nombre de Soledad Barrett aún es ignorado para la gran mayoría de los habitantes, aunque su abuelo, Rafael Barrett, si resulta más conocido.
Quienes saben algo de la historia de Soledad, la han conocido a través de un poema escrito por el gran poeta uruguayo Mario Benedetti o el cantautor Daniel Viglietti, quienes conocieron personalmente a la paraguaya en Montevideo y le han rendido su homenaje artístico.

"Otra cosa aprendí junto a Soledad: que la patria no es un solo lugar. Cual el amante de la libertad abuelo del Paraguay, creciendo buscó su senda y el Uruguay no olvida la marca de su pisada, cuando busca el norte Brasil para combatir...", canta Viglietti.

Sus biógrafos la relatan llena de encanto y con la gracia tan particular de la mujer paraguaya. Era bella por fuera pero por dentro la integridad de su personalidad y de su carácter bondadoso y solidario la hacía sensible a todos los dolores ajenos e indiferente a los propios. Era rebelde frente a las injusticias, decidida y valiente. Estaba poseída por la sólida conciencia moral del abuelo que le impedía permanecer indiferente ante el despotismo y la empujaba a colocarse al lado de los desdichados.

Pasajes del cuento: “El nacimiento de Soledad Barrett”. Por Camilo Cantero. Escrito el 26 de junio de 2011.

“Era el día de los reyes de 1945. La Estancia Laguna Porä de Yabebyry Misiones demostraba un movimiento inusual. Pasaron tres décadas y media que Rafael Barrett se refugiara en el sitio por el plazo de un año. Los lugareños que transitaban por el polvoriento camino que une Yabebyry con Laureles se percataban con solo girar la mirada hacia la suave colina donde se encuentra el casco principal de la Estancia, apostada a unos doscientos metros del portón principal existía algún tipo de novedad”

“Soledad en esos días de encanto pero de noches oscuras donde la luz del candil apenas alumbraba, pero jamás evitaba su más prolífica creación. La misma Soledad que lo inspirara a escribir “El Dolor Paraguayo” y “Moralidades Actuales”.

“Pero “Soledad” era el nombre elegido. Atraía. Encantaba. Su grito de llegada al mundo iba a romper la monotonía o el silencio. La selva circundante iba a saludarlo con las fieras salvajes, el trinar de los pájaros y el grito de los capataces de la estancia, cuando partían rumbo a los confines del lugar que parecen nunca terminar”.
“Es un sitio encantador. Donde la reina natura hace que el hombre se encuentre consigo mismo en una vida al aire libre y a libre luz. Así lo decía Rafael Barrett, cuyo espíritu se mantenía latente en el lugar. “Donde el hombre está en contacto íntimo y constante con una naturaleza grandiosa y delicada a la vez, que perfecciona los sentidos, robustece y aguza la memoria visual y ennoblece el alma. La cálida benignidad del clima suaviza las costumbres hacia horizontes de ensueño” (R. B.).

Ahí venía al mundo Soledad. Con la inocencia de una niña hermosa de cabellos dorados y piel blanca. Rápidamente se convirtió en la princesa de propios y extraños. La veintena de operarios de la estancia lo admiraban como si fueran su propia hija. Ahí también estaba “Panta”, la que no tiene apellido ni hogar, con sus rarezas y locuras. La que hace el locro a los peones. La que se quema en la cocina y acudía junto al abuelo de Soledad para que lo curara. Y que en ese instante sublime lo hizo comprender hasta qué punto es hermana suya, hasta que punto aparece en su ser, desnuda, vacilante, la débil chispa que ocultamos nosotros bajo máscaras inútiles.

Opinión de Fernando Barrett, 07-08-2011, enviado por email sobre el cuento “El nacimiento de Soledad Barret”. Publicado en www.camilocantero.blogspot.com

Desde Caracas nos escribió el hermano de Soledad Barrett.

            Indica Barrett Viedma que “menos mal que el trabajo lleva inicialmente el género literario: CUENTO. Yo lo cambiaria a POEMA. Lo veo así, con todas las “licencias” que la poética posee en derecho”.

            “La intencionalidad del trabajo, y veo que es un trabajo, es admirable”, afirma para agregar que “recuerdo muy bien el día del nacimiento de Soledad. Fue en la tarde, ya iniciándose el anochecer. Su nombre surgió no sólo por la ausencia del padre, sino de una soledad generalizada en la pequeña hacienda. Con la ausencia del padre, se fueron los trabajadores, casi todos vecinos chacareros pobres. Se fueron los familiares que temporalmente estaban con nosotros, sobre todo en época de siembra o cosecha. Tampoco quedaban las personas “arrimadas” de ambos sexos que eran como familiares colaboradores”

Observación: en el libro “Cien hombres y mujeres de Misiones que hicieron historia” la referencia a Soledad Barrett es más extensa. Hoy iniciamos nuestra nueva galería de personas ilustres que hicieron historia desde Misiones.

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