"El fantasma de Isla Timbó". (cuento)
Ahí está. Omnipresente. Omnipotente. Nadie lo ve:
todos lo sienten. La leyenda supera el paso de generaciones. Cuando surgió? Es la
eterna interrogante, similar a la del huevo y la gallina. Pero él o ella sigue
ahí. Tiene una autoridad. La que tantos humanos luchan por obtener: autoridad
moral. Aquella que no es ninguna concesión graciosa, porque se la gana. Es una
deidad que genera devoción de propios y extraños.
Y él o ella la ganó. A veces se viste de hombre,
otras veces de mujer. Con merecimiento o no, pero todos le temen. Es que da miedo.
A algunos les llega incluso el espanto como a la respetable Margarita Enrique y
comitiva quienes testimonian haberla visto rubia y con manta blanca. El manto
de oscuridad es su aliado. Pocos son los que se atreven desafiar su autoridad
nocturna. Muchos hemos optado por ir a bajarnos a Santiago, General Delgado o
San Patricio, cuando el bus intentaba dejarnos en el lugar. Los choferes y
guardas de los colectivos nos comprendían con una picaresca sonrisa. Es que la
fama del fantasma de Isla Timbó se ganó su prestigio.
Es un sitio sagrado. O para los otros: es un sitio
donde no podemos quedarnos porque la podemos pasarla mal. Como muchos incautos
o valentonados que pretendieron vanamente pisar el sitio donde el “pora” puso
su firma. Muchos fueron “cordialmente” invitados ya sea por su sonido o por su
imagen a una “maratón” de cinco kms. hasta San Patricio. Muchos ganaron en
velocidad gracias al susto.
Él o ella sigue ahí. Quizás vino con el primer
grupo de obreros de la Represa Yacyreta, cuando todo terminaba en ese paraje. Desde
ahí, abrieron el esteral y superando el deseo sanguinario de los mbariwi
construyeron esa obra maravillosa.
El duende vino para quedarse. Ahí está. El lugar
tiene “pora”. Los testimonios abundan. La leyenda urbana superó los límites de
Misiones y se extendió a lo largo del Paraguay. Este mismo sitio. Atractivo. Bien
construido. Un desvío que cumple con los mínimos requisitos del estándar internacional..,
pero algo no previeron: es el sitio donde un “fantasma” se adueñó.
Desde niño escucho su historia. La misma historia
ratificada por miles de almas de misioneros y de otras tierras. Las pruebas
testimoniales abundan y hoy, en esta tarde gris quería relatarles…. La historia
del “pora” de Isla Timbó…. Espero que nunca aparezca en mi camino. Yo por las
dudas…. le tengo un sacrosanto respeto.
Yabebyry, 14 de noviembre de 2011.
Esta leyenda urbana antecede a la construccion de la represa de yacyreta, se remonta a aquellos tiempos en dónde el guaino, la tropa, el vatiburrillo y la ley del tropero eran las que regían por esos parajes. Sólo aquel arreador de toros puede testimoniar el origen de esta leyenda. Leyenda que se ganó respeto sin violencia NO así la maldita carretera de unos pocos 54km que se ha llevado a decenas de personas, pocos sobrevientes de accidentes testimonian "no sé lo que pasó?, parece que alguién se cruzó en la ruta, me salio una vaca, no pude ver mas el camino" son algunas de las innumerables historias, así como la de un difundo amigo quien optó seguir la vocacion de servir al señor, según testimonio de la primera persona quien llegó a auxiliar a mi amigo, escucho repetidamente "aún no quiero morir, tengo muchas cosas que el señor quiere que haga, ALGUIEN CRUZO EN MI CAMINO, ESTÁ BIEN?, esta carretera que si la transitas serás testido de un cementerio olvidado de par en par que se extiende a su largo recorrido. Comentario de todos, miedo de muchos.
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