Desde Caracas nos escribió el hermano de Soledad Barrett Viedma, ilustre No. 1 de la próxima obra que vamos a publicar. Su opinión sobre nuestra obra: "El Nacimiento de Soledad Barrett Viedma en Yabebyry".
Fernando Barrett, hermano de “Soledad Barrett Viedma” elegida como la primera ilustre que encabeza la galería de ilustres de nuestra próxima publicación de “Cien hombres y mujeres de Misiones que hicieron historia”, cuyo lanzamiento lo haríamos en los primeros meses del año venidero, nos envió un email donde manifiesta su agrado por el cuento “El Nacimiento de Soledad Barrett Viedma” que acompaña a la biografía de la misma en la obra señalada. A dicho cuento también se puede acceder en este mismo blog.
Indica Barrett Viedma que “menos mal que el trabajo lleva inicialmente el género literario: CUENTO. Yo lo cambiaria a POEMA. Lo veo así, con todas las “licencias” que la poética posee en derecho”.
“La intencionalidad del trabajo, y veo que es un trabajo, es admirable”, afirma para agregar que “recuerdo muy bien el día del nacimiento de Soledad. Fue en la tarde, ya iniciándose el anochecer. Su nombre surgió no sólo por la ausencia del padre, sino de una soledad generalizada en la pequeña hacienda. Con la ausencia del padre, se fueron los trabajadores, casi todos vecinos chacareros pobres. Se fueron los familiares que temporalmente estaban con nosotros, sobre todo en época de siembra o cosecha. Tampoco quedaban las personas “arrimadas” de ambos sexos que eran como familiares colaboradores”
“Tres únicas personas adultas quedaban de lo que fue para nosotros los niños la feliz hacienda Tacuruty (jurisdicción de Yabebyry, a diferencia de otro lugar que coincide con el nombre toponímico pero se encuentra en la zona de Laureles): un joven, Carlos “Porîco”, un colaborador que preparó el empacado de los enseres para el viaje de emigración, mi madre Deolinda y la abuela Dolores, Ña Loló. Ellas dos trajeron al mundo a Chole, “Polela” para el menor de los varones. No hubo “partera”. (3) Nació en la gran habitación, al extremo sur de la casa nueva, construida por nuestro padre”, señaló.
“Con la ida de la tía Andrea, dejó de funcionar la escuelita, y los compañeritos desaparecieron. Los jóvenes se fueron a “carpinchear” al Ñeembucu, cazaban y pescaban para alimentarse, y comían pacurí o naranjas silvestres, guayabas, yata-i o pindó”, señala.
“Las vacas fueron vendidas, quedando sólo algunas imprescindibles, los buenos caballos también. Quedaron dos yuntas de bueyes, que nos remolcaron la carreta desde Tacuruty hasta Ayolas, de donde cruzaríamos hasta Ituzaingó, todo eso casi cubierto actualmente por el lago “Binacional Yacyretâ”. Recuerdo la escala en Yabebyry, que antes pertenecía a Ñeembucú, mi lugar cierto de nacimiento. Dos niños dormimos en una mesa de billar. Recuerdo después el terror de atravesar el Paraná en la gran canoa de unos tíos, para empezar la hoy larga vida de exilios y migraciones, la diáspora de los Barrett, extendidos ahora por toda América”, acota.
“De todos modos he disfrutado de este cuento, para mí un poema”, finaliza Fernando Barret Viedma, quien firma la misiva y le pone la ciudad y fecha de donde nos envía: Fernando Barrett Viedma. Caracas, 07 – 08 – 2011.
Una misiva de un valor sumamente importante para aclarar nuestras dudas, precisar los datos que teníamos en torno al nacimiento de su hermana y al mismo tiempo alentarnos para seguir escribiendo la historia de hombres y mujeres que desde Misiones construyeron un mundo mejor. Nuestros más sinceros agradecimientos al mismo y a su hermana María Barrett que cooperó para este invalorable intercambio.
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