Excelente encuentro tuvimos con los educadores del Ñeembucú.
Hoy disertamos en la ciudad de Pilar. |
Fueron cerca de dos horas de charla con los educadores del Ñeembucú. La casa del maestro de la ciudad de Pilar fue la sede de nuestro encuentro donde hemos compartido sueños y esperanzas con los colegas de dicha zona del país. Insistimos en la necesidad de enfatizar los contenidos locales en la malla curricular. A continuación en formato texto in extenso nuestra disertación:
El 14 de mayo último la patria festejó su Bicentenario y renaciendo viejos sentimientos nacionalistas, hemos visto resaltar como muestra de ese resurgir la masiva exhibición de los símbolos patrios que como nunca antes inundaron nuestras calles, poblados, parajes y espacios posibles. Pero valga, éste encuentro para brevemente compartir ideas y pensamientos que son posibles, mediante la gentil invitación del compañero Atilano Fleitas, presidente de la Asociación de Educadores del Ñeembucú.
Nuestros barrios populares que son el corazón de la patria, con sus calles muchas veces polvorientas y los anónimos rostros de los compatriotas son mudos testigos del paso de generaciones que fueron dejando sus huellas hasta congregarse en éste 2011, donde se nos plantea mirar el pasado, analizarlo y proyectar lo que se viene.
Y corresponde a nosotros los educadores replantear nuestra tarea, de manera a descubrir y re descubrir los temas relacionados con nuestra vocación. Los dos siglos de existencia del Paraguay, no nos puede sorprender con la espantosa quietud de un pueblo sin perspectivas y mucho menos desde el segmento del cual se esperan las transformaciones positivas de la sociedad actual.
Somos los seres humanos los que construimos la historia (de forma consciente o inconsciente) y también somos los más afectados por la misma. Por ello, con la fuerza de nuestras convicciones, hoy nuevamente afirmamos y sostenemos que “se PUEDE enseñar con entusiasmo y compromiso”, como también se debe ejercer el oficio docente contribuyendo fuertemente a la construcción de un Paraguay mejor.
Es el punto de partida, de este tren imaginario que desea llegar a un puerto preciso y no imaginario. Una sociedad con perspectivas, sanamente orgulloso de su pasado, consustanciado con su presente y comprometido con su futuro. Los docentes debemos esforzarnos en nuestro trato mutuo y fundamentalmente en el aula a recrear, debatir e incluso discutir ideas.
Las mismas ideas que están relacionadas con el pensar y sentir de los alumnos. Ello debemos relacionar con nuestra realidad social, ya que ella es la materia prima que se erige en la construcción diaria de eso que llamamos: Vida.
Pasaron dos décadas y dos años, disfrutamos de un régimen de libertades imperfecto -pero régimen de libertades al fin y al cabo- y, sin embargo, algunas cuestiones fundamentales aún no han sido atendidas debidamente.
Ello, lejos de amilanarnos, debe motivarnos para tal como hemos planteado en otros encuentros similares a éste, que nos encontramos ante la significativa, irrepetible e indelegable oportunidad de debatir ideas con los alumnos a partir de sus inquietudes, realidades y también obviamente, del recorrido de los contenidos de la enseñanza.
Estamos hablando de CONSTRUIR CIUDADANÍA, es decir, crear CIUDADANOS. Así vamos a lograr un país más democrático, inclusivo, solidario y hospitalario, sustentado en sus cimientos en aquellos sueños y esperanzas de los forjadores de nuestro pueblo, nuestra identidad cultural y la manera en que se sistematiza toda la corriente del pensamiento paraguayo.
Y cuando hablamos de nuestro pasado, permítanme afirmar un sentimiento que poseo al pisar ésta tierra. Al fin de cuentas un sitio sagrado que fue regada con la sangre de miles de compatriotas, cuando en los humedales del Ñeembucú la patria se debatía entre la vida y la muerte. Si hoy, nos reunimos a festejar el Bicentenario del Paraguay, la patria debe indefectiblemente dirigir su mirada hacia el sur y reconocer a vuestros antepasados porque al fin de cuentas, existimos hoy como República en gran parte mediante la valentía y la sangre derramada de nuestros tatarabuelos en los recónditos parajes de los barrizales, lodazales, fangos, charcos y pantanos que no fueron obstáculos para la bravía guaraní. Hoy, podemos afirmar con mucha seguridad que la sangre derramada no ha sido en vano.
Es ahí, donde el compromiso va más allá de meras miradas retrospectivas. Los dos siglos de existencia del Paraguay no sólo significó sudor y lágrimas, también costó vidas humanas, muchas de ellas caídas en nuestros parajes cercanos al sitio donde hoy nos reunimos.
Por ello también como lo hacemos en otros puntos del país, deseo brevemente recorrer por una serie de hombres y nombres que desde el Ñeembucú hicieron patria. Héroes civiles y militares que no pueden pasar desapercibidos en éste año del Bicentenario. Aquellos que hicieron patria, partiendo de nuestras mismas calles que hoy pisamos, respiraron el mismo aire que hoy respiramos y pisaron ésta misma tierra que hoy compartimos. Aquellos a quienes no podemos ocultar detrás del matorral del olvido, muchos menos sepultarlos con la indiferencia, porque el silencio y la falta de reconocimiento, es la más dolorosa represión moral que pueden sufrir muchos héroes de la patria y desde el segmento educativo no podemos ello propiciar. Compueblanos y compatriotas que hicieron patria desde su propia perspectiva.
Ahí están: Ignacio Génez, aquel que en 1869 se incorporó al Ejército paraguayo estallada la Triple Alianza con el grado de Capitán. El Dr. Manuel Domínguez, quien estudiara en las Escuelas de la entonces Villa del Pilar y realizara su tesis de doctorado sobre “La tradición a la patria”.
También quiero recordar a Juan Ramón Dahlquist hijo de un ciudadano sueco y madre paraguaya. Siendo aun un niño se trasladó a ésta ciudad en compañía de sus padres para estudiar en el Colegio Nacional. Desempeñó con probidad altas funciones públicas y consulares. Gran intelectual y brillante periodista.
PAULINO ANTOLA: Teniente coronel. Destacado militar combatiente. Los polvorientos caminos de Tacuaras fueron los mudos testigos de su nacimiento el 22 de junio de 1898. Tuvo descollante actuación en el ejército en campaña en la guerra contra Bolivia.
ELOY FARIÑA NÚÑEZ: la histórica Humaitá, quince años después de la Guerra del 70 vio nacer a una brillante pluma. Dueño de una sólida cultura, con conocimientos de música, y dominio del latín y del griego. Conocedor profundo de la literatura y la filosofía clásicas, no desdeñó cultivar lo autóctono, dedicando sus versos y su prosa al folklore guaraní. Retornó al país en 1914, identificándose de inmediato con las inquietudes y anhelos del terruño.
BENJAMÍN VELILLA: también nacido en Humaitá en 1881 y aprendió las primeras letras acá en Pilar. Estudió hasta los tres primeros años de bachillerato. Desempeñó funciones en el periodismo, en la diplomacia y en el parlamento. Miembro de la Academia Nacional de la Historia.
DR. JUSTO P. PRIETO: Nació en ésta histórica Villa del Pilar de Ñeembucú, el 15 de octubre de 1897; hijo del maestro Juan Pío Prieto y doña Concepción Rojas. Inició sus estudios primarios en ésta ciudad. Fue una de las contribuciones más importantes al pensamiento teórico nacional merced al profundo contenido de sus ideas en el aspecto sociológico.
ALFONSO E. DOS SANTOS: hijo del portugués Antonio Dos Santos e Isabel Alsina de los Santos. Gerente comercial de la Casa Santos e hijos e Intendente Municipal de Pilar. Durante la Guerra del Chaco prestó servicios como Cónsul del Paraguay en Formosa. Fue Ministro del Interior y Ministro de Hacienda. Intendente de Asunción y Embajador en Argentina y España.
Así también podemos citar a otros ilustres exponentes del Ñeembucú en la historia de la patria. Ahí están VENTURA REBORI, Marcelino Ferreiro, Juan Bautista Ayala, Ramón Enrique Martino, Oscar Ferreiro, Ricardo Mazó, Sofía Mendoza, el brillante Carlos Miguel Giménez, Rosalía Alliana, el Ing. Ramón Sosa, Georgina Addario Gulino, el Dr. Mariano Molas, entre otros. Todos estos nombres inmortalizados en la obra La Villa del Pilar de Ñeembucú de Alfredo Boccia Paz.
He aquí que planteamos el contenido y compromiso del docente con la historia de su pueblo. Esa misma historia que quizás sea ignorada con aquella que viene desde la metrópolis y tiene el rótulo de “oficial”. Somos nosotros los que debemos incluir esto en la malla curricular. Somos nosotros quienes debemos propiciar el conocimiento de los nombres, hombres y hechos que ocurren a nuestro alrededor. Solo así, podemos hablar de un pensamiento libre y soberano de nuestro pueblo.
Ese es el “contenido y compromiso que vamos descubrir a medida en que insistamos en los contenidos locales y regionales. Es una batalla, pero de aquellas ganables, porque tenemos las ventajas de éste tipo de encuentros, tenemos la ventaja de estar en el aula, debiéndonos convertirnos en verdaderos batallones intelectuales para construir una sociedad más justa y equitativa”.
Destaquemos el valor del conocimiento y del “re-conocimiento” en la construcción de la identidad de los grupos. Identidad que –en definitiva— es la base del sentido de pertenencia al medio primigenio; que conforma o determina a su vez el sentido de Patria que tanto promovemos y anhelamos.
Es por ello, que deseo ratificar el compromiso de los gremios con la sociedad y la patria. A medida que se enfatice en la organización de éste tipo de encuentros, vamos ir construyendo ciudadanía sustentada y afirmada en la base del libre pensamiento. Esa es una de las claves. Y que sirva éste Bicentenario para enarbolar las banderas de lucha por la dignidad de toda la sociedad paraguaya en base a lo que hemos sido, somos hoy y seremos mañana.
Esta lucha tiene que estar acompañada de la resistencia, que es otra forma de lucha. ¿A qué resistencia me refiero?... A ponerle la voluntad y el pecho al discurso hegemónico que la sociedad de consumo desea imponernos. Estamos ante la lucha por un lado de la sociedad del consumo que desea y necesita producir consumidores y por el otro lado, nosotros los educadores o la educación formal y principalmente la educación pública, que particularmente tiene el deber de producir CIUDADANOS.
La comunicación pública o el derecho a la comunicación debe ser el baluarte de lucha contra los pulpos informativos. La mercantilización de la información, como elemento de poder para los intereses empresariales va en contra del derecho de la población a acceder a información en su vertiente como derecho fundamental a decidir. Nuestro pueblo, nuestros alumnos, la comunidad educativa tiene el derecho a estar informado por fuentes o medios ajenos a los intereses empresariales.
Y los educadores tenemos el deber de resaltar esta diferencia con el propósito de que nuestros alumnos y alumnas de hoy, ciudadanos y ciudadanas de mañana, comprendan que el comercio de la información es contrario a la comunicación pública como derecho…
Ahí comenzamos a plantear la necesidad de lograr la democratización de la palabra, que no es otra, sino el derecho a la libertad de expresión de la colectividad.
La educación y sobre todo las disciplinas de las Ciencias Sociales tienen el deber, -son los escenarios “naturales” para- hacer que el educando construya el conocimiento, sentido, objetos y objetivos de los deberes y obligaciones cívicas. Ese es el universo que denominamos CONSTRUIR CIUDADANÍA, que al fin de cuentas es el mayor y más noble sentido de servicio público de la educación, como también quizás la última oportunidad que nuestros jóvenes tienen para acceder a dicho derecho básico …
Es absolutamente prioritario e impostergable vincular la enseñanza con la vida cotidiana. Debemos descubrir nuestro entorno y descubrimos a nosotros mismos. No es una simple operación matemática que lleva a la exactitud. Su valor justamente radica en su complejidad. Debemos vivir la educación como observación y aprendizaje de la vida.
El derecho de aprender, debe tener directo correlato en la articulación entre el aprendizaje en aula de los contenidos curriculares y los datos de la realidad que POR DERECHO y POR DEBER los alumnos debieran manejar. Esa articulación debe darse porque la enseñanza media y su importancia como oportunidad irrepetible para el educando, es también una oportunidad única para la comprensión de las realidades sociales propias-regionales y cotidianas.
No podemos negar a nuestros jóvenes un crecimiento intelectual mediante la sensibilización y si es posible concienciación, del medio en el que está inserto en su carácter del SUJETO SOCIAL, componente esencial para la CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA…
Finalmente, agradeciendo haber tenido el honor de ser invitado para este encuentro con los compañeros del Ñeembucú, ratificamos firmemente nuestros principios y convicciones con la patria, pero construyendo nuestra propia historia con nuestros héroes civiles y militares. Son ellos quienes nos legaron estos dos siglos de vida, fueron ellos quienes pusieron sus pechos a las injustas ofensas maquinadas desde imperios extranjeros. Fueron ellos quienes desde los recónditos sitios del Ñeembucú se enfrentaron a la agresión enemiga, uniendo sus sueños y esperanzas a un país libre que dirigiera su propio destino. Hoy, los tiempos cambiaron, quizás estamos lejos del llamado de los clarines de la guerra, pero nuestra lucha es diferente. Nuestra lucha es formar batallones intelectuales de varones y mujeres que puedan defender los altos intereses de la patria en el escenario que se presente. Por ello y para ellos, nosotros los educadores debemos también ser conscientes de nuestra misión. Actuando de dicha manera: haremos patria. Buenas tardes.
Comentarios
Publicar un comentario