Excelsa jornada de distinción a tres hijos dilectos de San Ignacio. Nuestra fundamentación hace instantes en el Hotel 1609.
Aspecto del evento en el Hotel 1609 hace instantes. |
En la fecha se realizó el acto de distinción a tres "Hijos Dilectos de Misiones". El mismo tuvo carácter póstumo. Los galardonados fueron: Pedro Quintín Sachero Urbieta, Saturnino Ferreira Pérez y Alíder Vera Guillén. Los tres formaron parte de la Galería de Ilustres de nuestra última obra: "Los 200 misioneros ilustres del Bicentenario del Paraguay". He aquí in extenso nuestro discurso durante el acto de reconocimiento:
Decía Roland Barthes que “La ciudad es un
discurso y este discurso es verdaderamente un lenguaje. La ciudad habla a sus
habitantes, hablamos nuestra ciudad, la ciudad donde nos encontramos,
simplemente por habitarla, por recorrerla, por mirarla”.
Y cuanto se ha hablado en nuestra ciudad. La
de los 401 años, 10 meses y 29 días de existencia. Aquel punto de partida, de
1609, como el nombre del excelso sitio donde hoy nos encontramos para evocar a
tres hijos dilectos que no solamente hablaron, sino lo más importante:
hicieron.
Fueron construyendo paso a paso, este
edificio hermoso que bajo su techo hoy nos cobija: el mismo sitio que llamamos
“mi pueblo”, “mi comarca”, “mis pagos”, “mi ciudad”·.
Ellos hicieron patria desde su perspectiva
propia. Ya sea desde el empresariado como Pedro Quintín Sachero, desde la
cultura como Alíder Vera Guillén y desde la referencia social multisectorial
como Don Saturnino Ferreira Pérez.
Ellos no solo encontraron su modo de
explicar y hacer legible su presencia en el mundo, sino transcendieron a la
propia muerte y hoy nos reunimos para recordarlos y resaltar su aporte a la
sociedad.
El Químico Farmacéutico PEDRO QUINTIN SACHERO URBIETA. Hombre de gran formación
intelectual, sólida vocación al servicio de la ciudadanía, no titubeó en hablar
de “Universidad” cuando ésta zona obligaba a sus hijos a emigrar una vez
terminada la entonces denominada educación secundaria.
Nacido en
Asunción el 31 de Octubre de 1926, minutos antes que su hermana melliza Lucila
Haydee, se afincó en San Ignacio, para desde acá construir patria y luchar por
la formación de jóvenes universitarios que luego proyectaran su conocimiento en
beneficio de su sociedad y su país.
Hijo de
Pedro Anastasio Sachero Bondini y Catalina de la Cruz Urbieta de Sachero. Cursó
sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Fulgencio Yegros de la
capital del país. Sus estudios universitarios los cursó en la Facultad de
Química y Farmacia de la Universidad Nacional de Asunción, egresando con
el título de Químico Farmacéutico en el año 1952.
En el año
1953 adquiere una farmacia en nuestra ciudad, donde se radica y se aboca a
ejercer su profesión de Químico Farmacéutico al frente de su novel farmacia.
Dos años después, contrae nupcias con su colega Química Farmacéutica María
Inocencia Patiño Coronel. Desarrollan juntos sus actividades profesionales,
educativas y empiezan a expandir sus negocios hacia las colonias de
Itapúa.
De este
matrimonio nacen cuatro hijos, María Elizabeth, Pedro Tomas, María Teresa y
Carlos Alberto.
En su faceta
deportiva, jugó en su juventud en el Club Nacional de la capital, del cual era
hincha. En lo dirigencial militó en filas del Club 31 de julio FBC,
llegando a ocupar la presidencia. También le cupo la oportunidad de
ejercer la Presidencia de la entonces Federación Deportiva Misionera (hoy, Liga
Ignaciana de Deportes), y de la otrora 10ª Región Deportiva, (hoy, Federación
de Fútbol del Octavo Departamento – Misiones).
En su vida
política, estuvo afiliado al Partido Liberal, ejerciendo la presidencia del
Comité de San Ignacio en el año 1961. En 1974 bajo la presidencia de Don Pedro
Arias Benítez y en apoyo a la iniciativa del entonces Senador Rubén Darío
Setrini y otros conocidos liberales del distrito, aporta fuertemente hasta
completar el faltante para la compra del local Liberal de San Ignacio.
Esta
militancia política en plena época dura de la dictadura stronista tuvo sus
consecuencias, conoció los calabozos de la temida Delegación de Gobierno, y
tuvo que soportar varios allanamientos de su domicilio.
Ejerció la
Cátedra de Química primeramente en la Escuela Normal de Profesores, en el
Colegio San Luis Gonzaga de los padres jesuitas, en el Colegio Nacional
Presidente Stroessner, y finalmente en el Colegio Nacional de EMD Don Rigoberto
Caballero, donde se jubila tras 28 años de labor educativa, no sin antes sortear
innúmeros obstáculos y teniendo que renunciar al 50 % de sus haberes
jubilatorios.
El 3 de
febrero de 1964, en la Estancia Santa Teresa de la familia Ferreira Rodríguez
fundan con los ciudadanos Dr. Gaspar Agüero Bonzi, Milciades Álvarez, Jorge Del
Puerto, Dr. Aníbal Espínola, Saturnino Ferreira Pérez, Dr. Carlos Otto
Gernhofer, Gerardo González, Carlyle Goiburu, Beltrán Martínez, Teófilo Ortiz Rolón,
Andrés Pino, Egidio Ruiz, Rogelio Sanabria, Carlos Sotomayor y Nelson Chávez
el Club de Leones de San Ignacio, ocupó la presidencia y otros altos
cargos a lo largo de su militancia.
Comprometido
siempre con el bien común, fue este Club gran alivio a cientos de conciudadanos
necesitados a través de sus atenciones médicas y provisión de medicamentos, lentes
y demás necesidades.
En el año
1977, acuden con su esposa y sus amigos Enrique José Sánchez y Sra. Stella
Ferreira de Sánchez, Desiderio Fernández y Sra. Secundina Leonor Rodríguez de
Fernández, Luis Fretes y Sra. Luisa Alfonsina Riveros de Fretes, Pedro Rodas y
Sra. Chiquina Jacquet de Rodas, Amalio Hermosa y Sra. Venancia de Hermosa, y
como asesor el Reverendo Padre Alejandro Chacón S.J. a los Retiros
de los Cursillistas de Cristiandad, y encabezados por el Reverendo Padre José
Valpuesta S.J. conjuntamente con todos los compañeros DE COLORES, montan el
OPERATIVO “H”, que consistía en proveer de medicamentos a todos los pacientes
insolventes del hospital y preparar el almuerzo para los mismos.
En el mes de
marzo de 1982 es nombrado Director de la Universidad Católica Nuestra Señora de
la Asunción sede San Ignacio por el Magnifico Rector Rafael Eladio Velázquez,
cargo que desempeñó a cabalidad y con férrea disciplina, consolidando a la
Universidad en el área educativa y financiera. Fue director hasta 1988.
De carácter
afable y espíritu emprendedor, adoptó a San Ignacio como su ciudad, y era
conocido y amigo de todos sus conciudadanos, con gran sentido de solidaridad
desarrolló sus negocios y ejerció su profesión, prueba de ello es que
hasta la fecha a 15 años de su partida es bien recordado por los habitantes de
esta ciudad, al punto de que algunos lo llamaban “El doctor de los pobres”. Su
amor al trabajo, su honestidad incorruptible, y su espíritu solidario son el
mayor legado que dejó.
Fallece en
su ciudad natal, Asunción, el día 21 de mayo de 1996, a los 69 años de
edad, víctima de un infarto masivo de miocardio que lo sorprende dormido al
mediodía.
En su
funeral pronuncia un emotivo y aleccionador discurso su entrañable amigo y
compañero de jornadas deportivas Don Desiderio Fernández. Se declara duelo
oficial en La Universidad Católica y las banderas permanecen izadas a media
asta por tres días. Sus restos reposan en el Panteón Familiar del
Cementerio de La Recoleta.
Este es la
brillante “hoja de ruta” que siguió Don Pedro Quintín Sachero, un hombre que
merecidamente hoy recibe el homenaje de ser declarado “Hijo Dilecto de
Misiones” en carácter póstumo porque con su talento, inteligencia, capacidad,
don de gente, ha demostrado que el compromiso social es una carga pesada que
llevan sobre el hombro los que llegaron a la Universidad.
La literatura
no es otra cosa, sino la instancia discursiva y práctica que define nuestro
estar ‘aquí y ahora’, estableciendo una forma de experimentar y leer los
diversos estadios del tiempo: tanto el devenir, como el pasado irrecuperable y
el futuro que ignoramos.
Justamente, una
de las herramientas que permite aferrar e inscribir nuestra presencia en el
tiempo, es decir, en la Historia, es precisamente la escritura. Ésta, junto con
la lectura, constituye la díada fundamental de los procesos cognitivos que hoy
exige la sociedad globalizada y conforman la médula o la acción fundante de esa
práctica estético-discursiva conocida con el nombre de Literatura.
Hago la
presente introducción para referirme al siguiente “Hijo Dilecto” a quien
recordamos en esta fecha. Se trata de Saturnino Ferreira Pérez “Nanino”, nacido
en Coronel Bogado el 21 de junio de 1919. Estudió en nuestra ciudad. Contador
público nacional en 1942. Brillante intelectual, indudablemente el más
influyente de estos cuatro siglos de existencia de la ciudad. Líder político. Admirado,
respetado por unos y perseguido por otros. Un mito. Una leyenda. Un hombre cuya
figura se agigantaba ante cada circunstancia que protagonizaba.
Exitoso
dirigente deportivo. Lideró la Liga Ignaciana de Deportes en aquel entonces
Federación Deportiva Misionera bi campeona nacional de interligas y bi campeona
de la Copa San Isidro de Curuguay. Publicó varias obras de carácter histórico
preferentemente. Gran parte del rescate histórico de San Ignacio se debe a su
pluma. Formador de jóvenes interesados en la historia. Su larga actividad
pública hizo que fuera, empleado de comercio, funcionario del Banco Agrícola,
docente. Afiliado al Partido Colorado el 19 de Junio de 1937. Oficial de
consulado en 1947, jefe del servicio de inteligencia durante la guerra civil
del 47. Presidente de la Seccional Colorada de San Ignacio, fundador del Club
de Leones. La larga actividad pública de “Nanino” tal como se lo conocía
también incluyó el Ministerio de Industria y Comercio, el Crédito Agrícola de
Habilitación, el Banco Central del Paraguay, la Intendencia General de Guerra.
Presidió la Junta Vial de San Ignacio y estuvo en la construcción de la Ruta IV
Gral. Díaz entre San Ignacio y Paso de Patria Ñeembucú.
Varias veces
presidente y miembro de la Junta Municipal de San Ignacio Guazú. Autor de
Antecedentes del Centro Democrático, “el golpe del 18 de octubre de 1891”, Tres
volúmenes del Proceso Político del Paraguay”, “Agustín Barrios. Su entorno, su
época y su drama”, “Testimonios de un Capitán de la Guerra del 70 Justiniano
Rodas Benítez”. En su última obra “San Ignacio Guazú. Venturosa Primera
Reducción Jesuítica iniciada por el Santo San Roque González de Santa Cruz”
deja plasmado su testamento intelectual en la siguiente frase: “El presente
trabajo lo dedico a los jóvenes de las Misiones, el mismo pretende ser como una
antorcha que necesita cambiar la posta, ella se denomina “Ideal Guaraní”.
Sigue diciendo
su testamento “Haber vivido en San Ignacio Guazú, despertó en mí la incógnita
de qué fuimos y quienes fueron los guaraníes. He pasado gran parte de mi vida,
recopilando mental y materialmente los orígenes del indio guaraní y la
reducción jesuítica de San Ignacio Guazú. El sosiego de mis años, me ha
permitido recopilarlos para ustedes”.
Saturnino
Ferreira Pérez es el intelectual más brillante que dio el Siglo XX San Ignacio
a la patria y en este día histórico recibe un merecido homenaje como “hijo
dilecto”.
Por último y no
es una mera casualidad he optado por referirme al gran vate ignaciano Alíder
Vera Guillén. El poeta consustanciado con su pueblo. Hablar de Alíder Vera
Guillén es referirnos al Lope de Vega ignaciano, al Emiliano R. Fernández de la
cuna jesuítica, al Pablo Neruda del Barrio San Francisco.
Como si la
universal “Ahata Che Nendive” no haya sido suficiente para catapultarlo como el
más brillante poeta que vio nacer nuestra roja tierra ignaciana, Vera Guillén
pasó su vida cantando a nuestras calles, nuestros barrios populares, nuestras
bellas mujeres ignacianas, a nuestras glorias deportivas y a su querido 19 de
Marzo FBC.
“Ahata che
nendive”, himno popular que recorre la Patria de norte a sur, de éste a oeste,
libre como el viento que va abrazando el horizonte musical paraguayo y que
acompaña al hijo de éste pueblo esté donde esté.
Nacido el 28
de mayo de 1928 aquí en San Ignacio Guazú y fallecido el 20 de octubre de 1998.
Hijo de Luciano Vera y Manuela del Pilar Guillén estudió en la Escuela Graduada
No. 2. Formó pareja con Eugenia González Fernández, musa inspiradora de la
mayoría de sus brillantes versos. Tuvo en total doce hijos.
Su obra
“Tahyity Syry” fue uno de los soportes literarios que contribuyó para que San
Ignacio Guazú sea galardonada como Capital de la Cultura Paraguaya entre los
años 1995 a
1997,
certamen organizado por la Secretaría Nacional de Cultura.
En la
presentación de su obra “Ahata Che Nendive” se afirma que “la bohemia ignaciana
lo recuerda inspirado y solidario en fraternas serenatas en las que temas
musicales de su creación poblaron noches de homenaje a su tierra y a su gente”.
Augusto Dos
Santos, escritor pilarense que viviera en Misiones por más de una década,
escribe en el prólogo de la misma obra que Alíder Vera Guillen “fue un
caballero en esa patria de soñadores, que ayer, hoy y siempre sopla su
fragancia de azahares, testimonial y orgullosa, motivando los corazones
humildes a un sueño de fraternidad oral, de conquista de la palabra, que en
nuestra raíz de nación no es otra cosa que la conquista de la vida misma”.
“Don Alíder
fue de aquellos paraguayos que en nuestros pueblos domaron ese lenguaje no tan
salvaje como esquivo, que llegó un día sobre el caballo arrollador del
conquistador. El, como otros pocos, descubrió siendo pueblo, que recogiendo la
música de esos fragmentos exóticos, producía ese vitral maravilloso, que no
nacía sino con el sol paraguayo y nuestro de cada día”.
Los poemas
de nuestro hijo dilecto es un “collage de tales voces, agrupadas en relación a
su color, a su golpe final, colocadas siempre con fascinante puntualidad, como
un eco casi, en esa orfebrería inquietante que funciona en la pluma de nuestros
poetas populares, en el que descubrir palabras sigue siendo tan motivador como
descubrir enigmas o agitar con las manos abiertas las aguas densas de alguna
filosófica propuesta.
“Pero hay
algo aún más importante en esta forma de amar que ellos profesan a través de su
música poética y es, tanto en Emiliano, como en Alíder, el corpus concreto, el
continente del hecho poético. La posesión de la rima es la formula suprema que
separa, como por insondable vacío, a los que manejan la crónica de su tiempo en
tan musical versión y los que escuchan los que goza y los tienen en ellos, la
única llama de esperanza de una caricia modulada en el pentagrama que fluye por
la boca, se escribe con la tinta indeleble de la memoria repetida y se anida en
primaveras humildes de canción, en esas almas de manos callosas”. (A.D.S.).
Los cantores
populares, las noches de bohemia en la ciudad que no duerme San Ignacio Guazú
encontraban en Alíder Vera Guillén, el autor de las letras de músicas
interconectadas mágicamente con lo que diariamente vemos y oímos en nuestro
pueblo.
Cuantas
noches ignacianas vibraron con las letras de Vera Guillén y el inmortal canto
desde eternidad que aún hoy retumban en el casco histórico de la ciudad,
evocando la memoria de Kokí Génez y el sueño de dedos agitados de Pascasio
Cubillas en un delirio mágico que nos apasiona y encanta.
Al decir,
del prologuista de la obra de referencia, “ellas brotaban de las ventanas
enrejadas del viejo Parador que funcionaba al lado norte de la plaza que bordea
este lugar y nos regalaban madrugadas frescas de Paraguay Purahéi, entre cada
partir de un bus, cada frenar cansino, en los cómplices besos de dos jóvenes
enamorados y amparados por la medialuz de una noche de verano y en todas las
ventanillas reflejadas por los fluorescentes del letrero, allí adentro, con sus
ojos somnolientos”.
Ahí estaba
Alíder Vera Guillén. Omnipresente. Como la figura mítica del poeta, que deja
plasmada en una hoja de cuaderno el fruto de su inspiración y complementado por
los cantores populares va invadiendo el espacio universal para alegría de
quienes formamos parte de los dementes que admiramos la belleza de la poesía.
También nos
acompañaba y está hoy presente con los intérpretes de sus poemas en actos
patrióticos, conmemoraciones y aniversarios. Y ratificando las expresiones de
Augusto: “eleva Vera Guillén ese trance vincular del hombre y la mujer, en algo
mucho más trascedente, consecuente, sublime y purificador, cuando aún en el
marco de un despecho recuerda a la mujer amada y esquiva”.
“Pero cuando se produce ese abrazo de su
poesía con el canto, es como cuando las hebras bicromáticas de un poncho de
sesenta listas construye esta identidad, es por eso que “Ven, paloma ven” es un
bello ramillete de versos, en forma independiente, pero alcanza el ritmo de lo
compartido en sentimiento, cuando le insufla viento en sus alas el pentagrama
de Bernardo Barrios… “te quiero paloma, te quiero, ángel de plumaje celestial”.
(ADS).
“Que Don Alíder
relató para el pueblo esa parte de las hazañas pueblerinas que merecen ser
repetidas, nadie puede dudar. Quien mejor que él para recordarnos ese
bicampeonato brillante del seleccionado de la Federación Deportiva Misionera en
la que empieza mencionando a su recio sobrino entre los héroes del balón”.
(ADS).
“La gente
como Vera Guillén, que atrapó en los versos residentes en el corazón del
pueblo, las anécdotas, postales y vivencias de la historia que le tocó vivir,
tienen que ser dimensionados en su condición de maestros, porque trabajan la
palabra con la saliva digna del sentimiento y la moldean con preciosísimas
manos, como quien, con amor, da a luz”.
Los
reconocimientos generalmente llegan tarde, pero llegan. Hoy nos reunimos para
evocar la memoria de tres hombres que aportaron a Misiones todo su potencial
humano, su capacidad, inteligencia y proyección histórica. Han pasado a la
inmortalidad. Superaron el paso del tiempo y es por eso, que nos reunimos en
éste sitio, nuevo, pero histórico porque está identificada con la identidad
cultural de nuestro pueblo para acompañar la satisfacción y el legado de Pedro
Quintín Sachero, Saturnino Ferreira Pérez y Alíder Vera Guillén.
Quizás,
desde el más allá, los tres hijos dilectos, con una sonrisa a flor de labios,
estén diciendo: “MISIÓN CUMPLIDA” y nosotros desde acá, le respondemos: “ES ASÍ
MAESTRO!”.
Muchas
felicidades.
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