Este es el lugar elegido por Rafael Barret para refugiarse en Yabebyry.

Rafael Barret así describía sus días en Laguna Porä Yabebyry: 
"Mi vida es metódica, me levanto pronto, tomo cuatro vasos de leche recién ordeñada, como galleta o queso. Me tiendo en uno de los grandes sillones negros, leo o escribo perezosamente (un artículo para “La Razón” me ha llevado una semana), almuerzo (como al mediodía), sin piedad dos o tres huevos crudos, miel con caña, locro, mandioca, más leche y pollo o una lata de sardinas; la cena, igual, tras una merienda idéntica al desayuno, vivo completamente al aire libre; duermo en el corredor, entre los mil rumores misteriosos del campo y de la noche”.

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