La campana que escuchaba Rafael Barret desde su refugio de Laguna Porä.
“Todas las tardes oigo la campana de la iglesia del pueblo. Campanita humilde, cuerda con telarañas, iglesia pequeña y pobre, que por no tener nada ni tiene cura. Cuatro o seis mujeres siguen el mes de María por éstas tardes de sol y rezan y después de cerrar con llave la Iglesia sonora donde no hay nada que roba, regresan gravemente”.
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