Un león misionero rugió en el Chaco. Tte. Narciso Vazquez. San Ignacio.
76- Tte. 1º de Reserva Don Narciso Vazquez. San Ignacio. Héroe de la patria. Valiente, arrojado, intrépido, no dudó en acudir al llamado de la patria cuando los clarines de la guerra hicieron escuchar su característico sonido. Según Jorge del Puerto en su libro “Yo los Vi Pasar”, pág. 90 nació en el lugar conocido como “Yakucai” el 29 de octubre de 1908 y falleció el 8 de setiembre de 1975. Prestó el servicio militar en Paraguarí. Una vez en el frente de Batalla, se unió al Regimiento de Caballería donde recorrió los fortines más avanzados.
Cuando la patria realizó su movilización general en 1928, fue incluido en la lista y como patriota leal a la causa, se trasladó hasta Coronel Bogado. Cuatro años después, se unió a los miembros de la Caballería, al mando del también ilustre nuestro Mayor Alfredo Ramos y partió un 31 de julio de 1932 desde San Ignacio hasta el Estadio Defensores del Chaco de Puerto Sajonia. Justamente es uno de los representados por el Monumento a la Caballería Misionera apostado en la Curva Arapysandú de San Ignacio, al costado del otro también ilustre de nuestra lista Sergio Martínez, cuyo nombre inmortaliza la calle adyacente.
“Miembro del Regimiento C2 Coronel Toledo participó de la Batalla de Boquerón con el grado de Sargento. Tuvo destacada actuación en el camino de Yucra a Boquerón y con el avance después de la caída de Boquerón, a Yucra, Cabo Castillo, Lara”, sigue narrando nuestra fuente.
Con su patrulla, fue uno de los primeros en llegar al Fortín Arce. Después, siempre avanzando, cuenta Jorge del Puerto, que participó en la toma de Alihuatá y llegó hasta el km. 7 de Saavedra, donde le tocó actuar en varios asaldos. Después, en aquella gloriosa retirada hacia el Fortín Gondra, cubrió a la 1ª División de Infantería.
Ascendido al grado de Teniente 2do de Reserva por Decreto Nº 54732. Fue una persona de mucha confianza de sus superiores, lo cual hizo que se le ordenara las más díficiles misiones en el frente de la guerra, teniendo en cuenta su arrojo y valentía.
Participó en todas las Batallas en las que el Regimiento “Coronel Toledo” se cubrió de gloria. Entre ellos, se cita en la citada obra, las batallas de Cañada El Carmen, Oruro, avance a Ballivan, toma el fortín Las Conchitas, Ybybobo, Caranda¨ yty, Boyuibe, Palo Marcado, Casa Alta…
Sigue narrando nuestra fuente ya nombrada que tuvo tres años de actuación en la Guerra del Chaco. La firma del Tratado de la Paz lo sorprendió, con su regimiento, en el sector de las serranías de Mandyyupecua. Allí, él 14 de junio de 1935, en “Campo de Nadie”, confraternizó con el Teniente boliviano Santiago Moreno, del Regimiento Santacruz, quien pidió entablar un diálogo con el ignaciano ilustre, ya que lo conocía de nombre y “la leyenda de Narciso Vazquez” rondaba los bosques y parajes del chaco paraguayo. El misionero, retribuyó el gesto obsequiándole su reloj.
Colorado de ley, no titubeó en formar parte de las milicias de su partido, en la revolución de 1947. Calificado como un hombre justo y caballero, nunca prepotente; con sus adversarios políticos siembre tuvo un trato correcto, actitud que le sirve para ser recordado con cariño y respeto. Honesto a carta cabal, la única herencia dejada a sus descendientes, constituyó el regalo del Oficial Boliviano y la trayectoria de una vida digna como hombre de trabajo. Con toda justicia, la Escuela de Santa Terecita lleva su nombre; que inmortaliza el nombre de nuestro ilustre de la fecha.
Cuando se produjo su fallecimiento, en un material que nos acercara un descendiente del mismo, Carlos Daniel Vazquez, Jorge del Puerto, bajo el título de “El ultimo patrullaje de un valiente”, se refería al mismo en éstos términos: “Se llamaba Narciso Vázquez, era un mocetón guapo forjando en las jornadas recias del trabajo de campo en las estancias de Misiones; y el día del Santo Patrono de su pueblo San Ignacio con el primer contingente que partía al frente lo vimos formar con rumbo hacia el combate. El clarín lo llamaba”.
“Bolivia había asaltado Boquerón, era la guerra y él era paraguayo, no podía dar un paso atrás. Su madre lo bendijo y le prometió orar por él todas las noches para que pudiera volver, fue el llanto emotivo de un adiós”.
“Revistió en el Reg. C. 2 Cnel. Toledo, participando en todas las acciones de su Regimiento, ascendiendo de soldado raso a Teniente 2º., por su valor en memorables batallas, pero donde demostró su serenidad y valentía fue en la retirada del frente de Saavedra a Gondra, su escuadrón cubría la retirada batiéndose palmo a palmo a punta de coraje”.
“Como patrullero, era la confianza del Regimiento, tenía la orientación, nota del campesino; cumplió las misiones más difíciles por eso el entonces Mayor Juan N. Barrios le hizo posible su ascenso a Teniente 2º., era un valiente”.
“Hace poco tiempo partió en su último patrullaje a lo desconocido, esta vez su brújula le marcó el norte de su destino, morir sin honores militares como saben morir los héroes en silencio”.
“Militó en las filas del Partido Colorado, pero fue amigo de todos, nunca fue un prepotente porque era un valiente. En la contienda del año 1947 ascendió a Tte. 1º., defendió sus ideales como hombre, pero en la paz fue honesto servidor del amigo y un padre de familia ejemplar”.
Por todo lo narrado precedentemente, nuestro ilustre tiene un legítimo lugar en nuestra galería de los doscientos misioneros del Bicentenario.
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