95- Carlos Bareiro: el hombre que impulsó "el pensamiento crítico" en Misiones. Un luchador que hizo patria desde las ideas.


95-         Carlos Bareiro. Santa Rosa. Un intelectual de primer nivel que tuvo Misiones por más de dos décadas. Aunque residió en Santa Rosa Misiones y aunque nació en la compañía Yukyty de Nueva Italia, por dicho espacio de tiempo reconstruyó la conciencia cívica de Misiones. Su puesto de lucha fue la Coordinación de la Pastoral Social de San Ignacio y aunque residía en Santa Rosa, diariamente se trasladaba por los confines y las praderas de Misiones para crear conciencia crítica en jóvenes, campesinos, madres de familia, organizaciones civiles. Fue un brillante catedrático de la Universidad Católica de San Ignacio e impulsor del Colegio Parroquial de Santa Rosa Misiones.
                En los últimos años de su vida, se afincó en Asunción y desde ahí procedió a la fundación de la Red de Contralorías Ciudadanas del Paraguay (RCCP). En dicho carácter viajaba  todas las semanas a distritos, ciudades, pueblos y barrios del interior con el objetivo de conformar la mayor cantidad de Contralorías Ciudadanas que fiscalicen y acompañen la gestión pública local, departamental y central del país.
Según sus propias palabras, "no hay lugar donde no encuentre un conocido", ello se debe a su vasta y fascinante trayectoria. Desde muy pequeño tuvo la oportunidad de conocer realidades y estilos de vida distintos a la suya, teniendo en cuenta el lugar de su nacimiento, de donde también es oriunda su madre. Su papá, ex combatiente y militar de sanidad, es de Valenzuela. Justamente por la carrera del mismo, toda la familia se trasladó a Mariscal Estigarribia, Chaco, cuando Carlos todavía era muy pequeño.
A la Capital se trasladaron cuando su padre tuvo que servir al Comando de Ingeniería. "A los 48 años se recibió de médico ya que en esa época los militares necesitaban un permiso especial porque tenían prohibido estudiar", relató Carlos. Los cursos de Medicina eran de mañana, por lo que el militar solicitó a un superior que capacitara a su hijo Carlos en la preparación de los remedios.
"En sexto grado ya aprendí todo lo relacionado con farmacología, sabía cuántos gramos de cada componente eran necesarios para preparar cada medicamento". Su papá llegaba al mediodía, controlaba las mezclas y de ahí Carlos subía al colectivo que lo llevaba hasta su escuela General Santos.
"No me quedaba mucho tiempo para estudiar, pero mi papá no permitía que baje mis notas. La disciplina formaba parte de la rutina en mi casa: todos los días, a las cuatro de la mañana, mi hermano y yo ya estábamos barriendo o preparando el mate y el desayuno".
Carlos cursaba la mitad del primer año en el Colegio Nacional cuando un sacerdote amigo de la familia le ofreció estudiar en el Seminario. Con 13 años lo aceptó y cursó hasta el quinto, cuando tomó el Hábito. Luego viajó a Buenos Aires, recuerda que su promoción fue la primera que pudo estudiar fuera del Seminario, en una Universidad de otra congregación.
"Toda mi formación se la debo a esa etapa de mi vida, porque tuve buenísimos profesores provenientes de Europa quienes nos enseñaron principalmente a ser honestos y responsables". Como anécdota, citó que en una oportunidad un profesor les "tiró" el examen desde el cuarto piso para que rindan solos, poniendo a prueba la honestidad de sus alumnos.
Estudió cuatro años Teología y tres Filosofía y Pedagogía. Pero al cuarto año, con fecha de Ordenación, él y sus siete compañeros paraguayos propusieron a sus superiores realizar otro tipo de vida Pastoral, ayudando a los párrocos de nuestro país durante las vacaciones. La idea no gustó y los "invitaron" a volver a todos a sus casas. Por mucho tiempo recordaba con mucho cariño que sus demás compañeros los ayudaron a alquilar una casa y conseguir trabajo.
                Falleció en Ecuador en el año 2010. Sus allegados lo llevaron hasta ahí intentando una atención médica más especializada. Ya fue tarde. Atrás quedaron los recuerdos de una vida entregada solidariamente para la construcción de un Paraguay más honesto y equitativo desde el espacio de las organizaciones sociales y la docencia. Referentes sociales de diversos ámbitos manifestaron el profundo pesar y hacen un homenaje a este incansable luchador.
                Beatriz Sosa, compañera de trabajo de Carlos Bareiro expresó en aquella ocasión a una página digital que es preciso recordar a éste como un ciudadano comprometido con las causas sociales y como un gran amigo. “Era una persona activa, con conciencia social, incansable luchador, un gran amigo, un gran maestro. Él no dejaba de lado las cosas pequeñas, los detalles. Estaba en todos lados donde se le llamaba, donde se le necesitaba, y hasta donde no pedían su ayuda, el iba dispuesto a ser voluntario. Jamás dejó solos a sus compañeros, no solamente en Asunción, sino también trabajó con la gente del interior del país. Ayudó a reflotar la contraloría ciudadana de Misiones”.
                Considerado un verdadero Ejemplo para la juventud. “Muchas veces veo a los jóvenes diciendo “no a eso no me voy a meter… estoy cansado”. Él sin embargo, hacía miles de actividades en un solo día, jamás decayó en el fortalecimiento de las organizaciones, en los proyectos, activando, colaborando con el país y sobre todo era una persona con una sensibilidad muy elevada, tenía un concepto de lo que debería ser nuestra ciudadanía, nuestro país. Jamás descansó en esa lucha de unir a las contralorías, para pelear contra la corrupción, incidir ... Esa era su vida, trabajar con la sociedad civil, por la participación ciudadana , el estar en contacto con el pueblo , esa era su vida- Entregó muchísimo” , finalizó Beatriz Sosa.
                Por todo lo que hizo por la patria. Por haber reimpulsado la conciencia crítica en el país que renacía de un sistema autoritario. Por haber sido perseguido e incomprendido en su momento, Carlos Bareiro posee sobrados méritos para aparecer entre los hombres ilustres del Bicentenario de Misiones.

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