La Santa de los Humildes: Antonia Orué. Ilustre No. 188


188-       Antonia Orué. San Ignacio. “La Santa de los humildes. Modelo de bondad incomparable”. En la sociedad, sus componentes se destacan en una u otra labor. Una de ellas es nuestra ilustre de éste segmento. Calificada como “extraordinaria” por Jorge del Puerto en su obra “De tierra y de fuego”, la rescatamos e incluimos en nuestra galería de ilustres por el testimonio de vida al cual hemos accedido, según la citada fuente bibliográfica.
“Era una mujer de oración y comunión diaria, de entrega y abnegación, supo darse y dar consuelo a quienes sufrían por el dolor. La palabra oportuna en el momento preciso brotaba de sus labios”, indica Del Puerto.
Explica que cuando la ciudad no tenía sacerdotes, fue ella quien enseñaba catecismo en su casa. Preparó a un centenar de niños para la primera comunión. Humilde, generosa, servicial, siempre estaba dispuesta a socorrer a las personas necesitadas. Crió como si fueran sus propias hijas a varias sobrinas y chicas extrañas.
En 1933 cuando volvieron los sacerdotes jesuitas a San Ignacio su casa fue el sitio donde se hospedaron el Padre Justo, hermano Angel Bozal y Padre Joaquín Vericat también ilustre de nuestra galería.
“Fue durante muchos años la encargada de preparar las hostias; labor que realizó con alegría y entusiasmo hasta que enfermó de cáncer. A causa del mal que lo aquejaba, tuvo que permanecer bastante tiempo en cama. Amigas y conocidas la visitaban. Quien iba a verla, salía recortada y con ganas de volver una y otra vez. El conversar con ella enriquecía espiritualmente”, testimonia Del Puerto.
“Las personas entraban y salían. Su casa llegó a convertirse en una romería de personas. Costaba desprenderse de su lado. El sacerdote jesuita Perpetua fue su confesor quien quedó maravillado de su riqueza interior. Después que falleció, dicho religioso comentó que a través de ella vivenció un milagro y que por su intercesión recibió muchas gracias divinas”, concluye Del Puerto.
Por su testimonio de vida, la incluimos en nuestra galería de los ilustres misioneros del Bicentenario, como una verdadera “santa de los humildes”, ya que al decir de nuestra fuente muchos ignacianos lo nombraron su “abogada” en el cielo.

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